jueves, 12 de enero de 2012

NOCTURNE

¿En que se diferencia el hombre de las maquinas?
Una máquina es capaz de ejercitar aquello para lo que la han programado a la perfección y sin cometer fallos. ¿Y el ser humano? De todos es sabido que cometemos errores y que tropezamos varias veces con la misma piedra. Sin embargo, con los conocimientos adecuados somos capaces de lograr grandes cosas como resolver operaciones complejas o inventar nuevas tecnologías. Pero más allá de eso se supone el llamado libre albedrío, la voluntad y una moralidad. 
En contrapartida al esqueleto de cables, chips y microchips de las máquinas, dos hemisferios poblan nuestro cerebro. El derecho más especializado en actividades visuales, sonoras y sensitivas, y el izquierdo abarca el habla, la numeración y la lógica. 
Tanto la ética como la inteligencia son los ingredientes con los que hemos sido dotados, suficuentes para crear en común una era de belleza, sabiduría y amor ,pero, ¿por qué no es así? 
Al menos si fuésemos de metal sabríamos llevar a cabo nuestros objetivos sin consecuencias. Sin muerte y… sin dolor.


¡Queridos lectores! Espero que os guste la entrada, siento la tardanza pero ya sabéis que cada quince dias aproximadamente actualizo. Supongo que estareis de examenes asi que mucha suerte a todos, un saludo. Paula.

3 comentarios:

  1. Cierto que esa piel de metal nos protegería del dolor, pero a la vez nos estaría privando del placer, de poder tomar la elección de sacrificarse por alguien a quien amamos.
    El único aspecto perfecto del ser humano, es ser imperfecto, por esos somos diferentes, por eso somos especiales.
    ¿Tú que opinas?

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  2. Estoy de acuerdo contigo, aunque la imperfeccion es bella hasta cierto limite. Cuando se quiebra el respeto por las demas vidas o sucumbimos a lo peor de nuestra naturaleza con celos, envidias... No encuentro nada perfecto en ello ;)

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  3. Cierto es, yo creo que esas características a las que haces referencia son fruto del miedo, miedo a lo que no conocemos, miedo a lo que vemos diferente, o miedo a perder lo que queremos; y cuando ese miedo entra en nosotros, acaba por convertirse en odio, y ahí es donde nacen las envidias, los celos y la pérdida de respeto, tanto con los demás, como con nosotros mismos.
    Pero esto no debería de ser una escusa, si no un punto en el que abrir nuestras mentes y nuestros corazones hacia lo que podamos haber rechazado, e intentar mostrar a los demás lo bien que uno se siente cuando se sabe en paz con el resto. ¿No?

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